De allí para acá y vuelta a empezar
Ya pasa el tiempo con auxilio, con rabia, hastío y desesperación, con un énfasis que ni el más grato de los cuerpos llega a acostumbrarse. Parece mentira que hace nada estuviéramos comiendo las doce uvas, que como recordamos en número pasados, el follaje ocre ya cubría las aceras como en día de espectáculo y alfombra roja. Otro año ha quedado atrás, y otro nuevo año ya vuela, no sin antes olvidar que la Granada, la de verdad, ya aprieta, ya llega.
Nuestra ciudad es bella en todos sus sentidos, espacios, lugares, entresijos y recovecos, aunque sí es cierto que si alguien tuviera que elegir alguno en particular, yo habría de ser franco, de marzo a junio no hay nada igual. La primavera es ese pequeño compartimento del año en el que el sol brilla más fuerte, en donde el zigzagueo de sus rayos parece portar un cierto juego con el viandante.
Es una etapa distinta, llena de fogosidad, exuberancia y lucidez. Aquí puede conjugarse, sin lugar a dudas, ese doble salto mortal en el que la evidencia de lo bello trastorna al más avezado de los racionales.
Invito al lector a sumergirse en una ruta imaginaria. Puede que haya algún salto temporal, pero mientras leen, posen sus ojos en estas palabras y sus recuerdos en los más profundos alminares del deseo, a ver a dónde llegamos.
De puertas para afuera, al otro lado del umbral, situémonos en un lugar. Algún mirador, San Nicolás o Carvajales, son las siete y poco de la mañana, no hay siquiera ruido, algún pájaro revolotea a nuestro alrededor, de árbol en árbol. Es algún día de ese marco temporal que venimos implorando. Quizás al fondo pase algún vecino y un perro se nos acerque titubeando…
Cogemos calle abajo, en algún punto entre la Plaza Mariana Pineda y la Carrera de la Virgen se oyen niños correr a toda prisa, a grito pelado, al fondo, el agua brota en las fuentes, y sol, majestuoso él, se escapa de nuevo por las fugas del Realejo, sin brotar de forma fija, solo marcando con entereza el camino.
Se alumbran las gentes, las persianas se levantan y los comercios abren, cierto gentío parece aglutinarse en los puestos y tiendas entre plaza Pescadería y de la Romanilla. Hay un leve tintineo de coches que pasan a lo lejos, entre las calzadas adoquinadas, donde sus neumáticos rebotan contra el suelo. Descendemos hasta la magnanimidad de ella, la catedral. Nos sentamos en los escalones de su plaza. El sol pica nuestra frente y el tiempo ha decidido detenerse, la mañana se apiada de nosotros y la gente que, cada vez es mayor en número, se desplaza de un lado a otro, sin coger hueco, como en una huída hacia delante. Quizá alguna terraza nos acoja con agrado, puede que alguna bocacalle nos invite a entrar y nos digan que ahí hay poco que perder y mucho que ganar.
No digo dónde, pero es bueno que para caminar, algo de bocado hemos de dar, esa será su gustosa elección. Después, y como repetitivo que me pudiera sentir, yo caminaría, caminaría mucho, a poder ser con algún café entre pecho y espalda, que nos dé fuerzas para llegar hasta la Abadía del Sacromonte. Allí, entre sus múltiples opciones, yo me quedaría con esa maravillosa vista, esa que es capaz de encerrar entre dos marcos a una ciudad que brota a lo lejos, entre Alhambra y Albaicín, donde Granada parece desnudarse, ahí está la metáfora.
De allí, por cercanía, y por la altura del sol que ya parece descender, habría que ir a San Miguel, y esperar justo a ese preciso instante donde la luz parece más cobriza que la maravilla árabe. Entre claro oscuros se encienden las primeras farolas, la luz comienza a ser huidiza, los tonos azulados y cada vez más oscuros se apoderan de nuestra mirada. El cielo se puebla de estrellas, con él, una leve temperatura se posa sobre nuestra espalda al lado del Darro, que al llegar la media noche se vacía, y el sonido del agua vuelve a cobrar fuerza, allí, en silencio, y sin tristeza, yo me despediría.
Ignacio Jesús Serrano Contreras
La Revista CEMCI es una publicación trimestral del Centro de Estudios Municipales y de Cooperación Internacional, Agencia Pública Administrativa Local de la Diputación de Granada.
Revista CEMCI - Número 41
ISSN 1989-2470
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