Los recuerdos del ahora
Ya llega a lo lejos, rechinando el paso del tiempo, ese que dicta con alevosía el estrujar de las horas y el marchitar de las hojas de los calendarios. Así se presenta perenne el invierno, acompasado con el fin del otoño, buscando acomodo en este clima tan nuestro que no sabe si llega o si va, si es invierno o fue verano, pero que entre medias no hay ná.
En Granada ya saltan las castañas fritas, los árboles de navidad se empiezan a apontocar, y en las plazas del centro innumerables puestos nos vienen a explicar que otro año aguarda y que este, más pronto que tarde, nos va a dejar. Así ruge en cada 31 de diciembre, sin antes decirnos qué próximo, cuando el frío nos aguarde, se acabará, siendo imposible detener el tiempo, aunque en la retina siempre habrá un hueco para el rememorar.
Detengámonos lentamente en un punto de esta ciudad, esta vez, por qué no, en esa calle que lo impregna todo, y que como un río separa dos orillas entre lo que fue y lo que vendrá. No es de extrañar que el tiempo la haya cambiado, engalanada a todo lo más, es Gran Vía y tiene un toque cuanto menos singular.
Su mayor gracia, su regocijo más inmenso hace ya unas semanas que se viene mostrando, tornándose amarillenta, cobriza cuando pasan un poco más las horas sobre las hojas que cubren las aceras a derecha e izquierda. Son ese manto tan natural, tan genuino, que une culturas entre occidente, arabia y el lejano oriente.
En ese desbroce donde el espacio y el tiempo se unen en un recuento de efemérides anual, aparecen los Ginkgos para inundar nuestras miradas y abarrotar los adoquines en esta época del año. La relación entre estos árboles y la ciudad se remonta a unas largas fechas atrás, en concreto a punto exacto, a poco más de unos centenares de metros de donde hoy hemos partido para empezar a relatar. Los datos hablan de 1889, momento en el cual en la Facultad de Derecho, dónde hoy se encuentra su jardín botánico, se plantó el primero de ellos.
El tiempo es algo que no le resulta extraño, de ahí que los botánicos lo conozcan como el fósil viviente, debido a sus estrechos lazos con parientes suyos allá por el Paleozoico –hace más de cien millones de años-, que no es poco, y que se mantienen hoy con nosotros debido al respeto ancestral que los orientales tienen por ellos.
Los Biloba, apellido que portan estos árboles, han mantenido, gracias a su misticismo, una simbiosis perfecta con el arte. Desde Goethe, por el cual estos recibieron fama en Alemania, hasta Elena Martín Vivaldi, que posaba sus ninfas alrededor de ellos para buscar el borbotar de sus tintas en el papel.
La poetisa granadina fue su mayor exponente aquí en estos lares. Durante sus años como bibliotecaria, donde llegó a ser directora, arremolinaba sus ojos por los ventanales de derecho, en busca de aquel ser, sin saber muy bien el porqué, pero que al igual que Goethe, acabó rendida a su pies, y al que por pleitesía acabó por dedicar, como el alemán, un poema en el que recogiera el sentir que enfrascaban sus expectantes sentidos.
Fue ya a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando las reformas urbanísticas de la ciudad fueron diseminándolo por distintos recovecos emblemáticos; desde el parque García Lorca hasta nuestra citada Gran Vía. Todos ellos, al llegar estas fechas, nos brindan la oportunidad de comprobar cómo el peso y el paso del tiempo hacen mella en las ramas, suplicando de forma liviana el descenso de sus hojas que se alborotan a los pies de sus troncos. Estas hojas de la calle, como las llamó un amigo, nos regalan infinidad de satisfacciones año tras año. Y es que aunque Vivaldi buscara palabras, ella allí solo encontraba recuerdos, y como para todos, el recordar, es nuestra forma de seguir pasando y repasando nuestras vidas.
“Amarillo. Aún no imagina
el viento, la desbandada
de sus hojas, ya apagada
su claridad. Se avecina
la tarde gris. Ni adivina
su soledad, esa tristeza
de sus ramas.”
Elena Martin Vivaldi - Ginkgo Biloba
Ignacio Jesús Serrano Contreras
La Revista CEMCI es una publicación trimestral del Centro de Estudios Municipales y de Cooperación Internacional, Agencia Pública Administrativa Local de la Diputación de Granada.
Revista CEMCI - Número 40
ISSN 1989-2470
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