La Vida es Sueño.
Encanto y desesperación
Hay muchas o quizás pocas, aunque entre sus nombres hoy día destacan: Melbourne, Dublín, Praga o Cracovia. Todas ellas tienen su encanto, pero sintiéndolo mucho más por pesadez y por repetición, aunque no sin dejar de hacer honor a la verdad, Granada, que también está, tiene su encanto y también el de todas ellas.
En esta lista que parece cogida al azar, hay cierto criterio. Una resonancia que hace a estas ciudades únicas respecto al resto. Estas que señalo, son Ciudades de Literatura patrimonio de la humanidad, denominadas por la UNESCO. Nuestra ciudad fue añadida en 2014, siendo la primera española en ser galardonada.
La organización desarrolló una serie de distintivos con los que poder premiar a aquellas ciudades, que hubieran sido grandes por su larga producción creativa en una amalgama de ámbitos como: el cine, la música, las artes populares, el diseño, el arte digital, la gastronomía y la literatura.
Alguien que de lejos caiga en la sorpresa, podría preguntarse el porqué, aunque quien escuchara aquella interrogación, no tendría muy complicado dar una respuesta.
Eludiendo a aquel tema de la ensoñación, del canto de las sirenas, del crepúsculo y la aurora, del llanto, de la alegría, de la mentira y la mala follá, los tangibles serían casi tantos o más, que si una desgracia ocurriera y la producción decidiera pararse aquí, el camino ya recorrido sería más que suficiente como para hibernar durante el resto de los eones temporales. Así que como dijo un ilustre, vayamos por partes.
Sería difícil poner una estela de origen en este infinito universo que es nuestra ciudad, así que aupándonos en el colectivo común, el callejero y algunas de las efigies que nos pueblan las avenidas, trataremos de poner un cierto de sentido en este majestuoso caos.
Y es que nuestra Granada, se ha ido deshaciendo y metamorfoseando, carcomiéndose hasta elevarse a la décima potencia. En ella se comprueba un denominador común, la huida hacia ningún lugar, ese que siempre te lleva al punto de no de retorno, atrapándote hasta perder el norte. Por este motivo, la concatenación de figuras que engrandecieron la literatura, deben ir desde los nacidos, hasta los apesadumbrados, pasando por aquellos que quedaron esquilmados por un yo que sé, que qué se yo, que hace a esta ciudad de dos ríos y un reloj de sol de liviano carmesí, una rara avis.
La emulsión creada a raíz de las tres culturas, ha producido un esplendor difícil de imaginar por todo aquel que no ha perdido el juicio durante treinta segundos, mirando a esta nada que lo sacia todo. Eligiendo una x en el mapa de la historia, podríamos remontarnos al siglo XII, cuando Yehudá Ibn Tibón, comenzó a desplegar sus alas como un genio de algo que vendrá más tarde, el Renacimiento. Tibón acariciaba cualquier arte, estilo y síntoma de aquella persona embriagada por saber. Maestro de la traducción, la filosofía y la poesía, sembró en aquel periodo un surco atemporal con el que dar forma a un futuro no muy lejano.
De recibo es pensar que en el siglo XX, momento en el que Lorca acaba de colmarlo todo, se suceden distintas dotes que no solo sirven para rellenar leyendas inacabadas. Podríamos pensar en el XIV, cuando Ibn Zamrak ya imantaba poemas para el sultán Munammad V en la Alhambra. O en los principios del XVI, con Diego Hurtado de Mendoza -hijo de Íñigo López de Mendoza, capitán general del reciente reconquistado Reino de Granada- que ya dejaba a ilustres como Lope de Vega boquiabiertos, incluso por qué no pensar que como apuntan fuentes, sus letras se desparramaron por una de las mayores obras de la literatura hispanoamericana: El lazarillo de Tormes.
Como vemos el tiempo puede ser muy amplio, pero el espacio se colma tan reducido en un marco tan compacto e incomparable, que cuesta pensar que las rarezas varias, sean difíciles de aunar. Después de Mendoza vendrá San Juan de la Cruz, y después Washington Irving, Pedro Antonio de Alarcón y Ángel Ganivet, así como ese siglo XX que nunca terminará por resarcir a nuestras letras más dulces, con nombres como Javier Egea, Antonio Muñoz Molina o Luis García Montero. Así que no creemos que sea falta de humildad, pero tal vez podríamos pensar que este premio se confeccionó pensando en una ciudad con la medida del patrón ya tomada.
La Revista CEMCI es una publicación trimestral del Centro de Estudios Municipales y de Cooperación Internacional, Agencia Pública Administrativa Local de la Diputación de Granada.
Revista CEMCI - Número 36
ISSN 1989-2470
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